LA HIJA DEL “CHE” GUEVARA, VISITA LA UNIVERSIDAD DEL TOLIMA

Aleida Guevara March, la hija del Guerrillero Heroico Ernesto Che Guevara, visitará la Universidad del Tolima el viernes 17 de octubre a las 2:00 pm, para ofrecer una conferencia sobre la vida y obra del internacionalista proletario que murió para ser eterno en la lucha y la resistencia de los pueblos.


CHE GUEVARA: 47 AÑOS RESISTIENDO EN EL ARCOIRIS


"Otra vez siento bajo mis talones el costillar de Rocinante; vuelvo al camino con mi adarga al brazo"


Todavía se siente el resplandor de la estrella justiciera en la frente libertaria del Comandante Ernesto Che Guevara. En cada pulsación del corazón, en cada uno o en todos; en la vida cotidiana de los injusticiados por el sistema, en cada esquina y rincón; en los centros difusos, en los bordes y periferias olvidados. En todo lugar persiste la vitalidad de pensar distinto, de soñar un mañana digno y solidario, más aún cuando la rueda de la memoria se acerca para conmemorar los 47 años del hombre que murió para ser eterno en la lucha y la resistencia de los pueblos. 

El universo entero se levanta para contemplar los rojos amaneceres. Latinoamérica encantada por el aroma de una nueva tribu, recrea una relación espiritual y mágica con un hombre común y silvestre que decidió ser consecuente con la existencia. Un ser integral, desde Sierra Maestra hasta las estribaciones de los Andes. Un luchador radical que levantó la voz y el puño para defender las causas de los invisibles y marginados. Un hombre, al fin y al cabo, pero uno diferente y potenciado, de esos que asumen el compromiso y la lucha hasta las últimas consecuencias. Ernesto Guevara de la Serna, conocido universalmente como CHE: el internacionalista proletario que resistió de pie como los árboles, porque tenía las raíces ancladas en las justas luchas de la América indígena. 

Recordar es vivir: luchar es resistir. Así estamos, consternados, rabiosos, derribando la indiferencia, resaltando la dignidad en el calendario de los luchadores del mundo. Recordando un ayer fúnebre que la historia decidió plantar en las "antiguas" tierras bolivianas. Seguramente, en aquel octubre rojo el cielo también se resistió ante la ausencia momentánea del hijo del viento. El mismo día al verdugo también le tembló la mano cuando se enfrentó al imbatible guerrero de mil soles. '¡Apunte bien! ¡Va usted a matar a un hombre!' - Exclamó el Che -. Y no porque hayas caído tu luz es menos alta. Seguirán retumbando los tambores batientes en las luchas callejeras, seguiremos escuchando el eco de tu nombre en las protestas y en las marchas incansables de los inconformes, renacerá la chispa en cada cuerpo latinoamericano y se unirán todas las voces todas, todas las consignas, todas las almas disidentes en una sola canción de resistencia. 

En toda la extensión de la dignidad, la presencia del "Che", fue, es y será eternamente un imperativo obligado de los hombres y mujeres que en la cotidianidad luchan por la construcción de un orden social justo, humano y fraterno. En Latinoamérica, especialmente, esa presencia se vuelve más luminosa, más concreta, más necesaria. No cualquiera, después de cuarenta y siete años de haber muerto, sigue tan vivo como el día en el que entró a la Habana ese histórico primero de enero de 1959. 

Toda grandeza implica inevitablemente una distorsión. Y la grandeza del Che ha sido vista interpretada y utilizada desde innumerables ángulos. Sus huellas son profundas e indelebles en la humanidad. La presencia victoriosa del Che seguirá brillando como las estrellas, aunque los ojos miopes no la ubiquen al mirar el cielo, aunque cientos de proyectiles acallen su garganta, aunque el consumismo disminuya el poder simbólico de su imagen, aunque los machetes asesinos separen los dedos de sus manos para que nunca pudieran volver a empuñar los sueños latinoamericanos. Justamente, es en ese momento donde aparece la juventud rebelde y soñadora, retomando sus gritos de libertad, pegándose su piel a los huesos y marchando en busca de los mismos sueños. 

Los cuarenta y siete años de la caída del Che en Bolivia y su posterior renacimiento en tantos y tantas, representa, para los luchadores del mundo, un sueño inconcluso que sólo se logrará cuando los movimientos sociales y culturales se organicen en un gran arco iris de resistencia y construyan el futuro que le fue negado a cada individuo que habita y sobrevive en esta tierra. Y así es como vuelve a combatir el Che en la lucha de los hombres. ¡Hasta la victoria siempre!

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